Ágora Calasanz

Tengo un mundo de sensaciones...                 Un mundo de emociones...

La situación atípica o extrema que estamos experimentando ante la pandemia del coronavirus, impacta en la vida de todos, inclusive en la de los niños. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Cómo los ayudamos para que puedan sobrellevar el encierro, el no poder asistir al colegio o ver a sus amigos? En este caso practicar la educación emocional es una buena opción para desarrollar tanto en el seno familiar como desde la escuela a la distancia. 

Esta situación incierta, compleja y amenazante nos afecta en general, pero más aún a quienes no están contenidos afectivamente. Los niños no están exentos de lo que el mundo está atravesando, por eso creemos que es muy importante que los adultos puedan de alguna manera, ayudarlos a conocer sus emociones y que puedan expresarlas. Los enojos, los berrinches, la ansiedad, el cansancio son algunas de las sensaciones, comportamientos y formas de resolver situaciones de los tantos que un niño, una niña o cualquier persona pueden experimentar. El propósito de este escrito es hacerle saber al lector que las emociones son parte de la vida. A no inquietarse. Informarse y probar es un recurso eficaz. 

Ante las emociones que desbordan o las crisis de angustia, tratar de escuchar, contener y permitir que los sentimientos y emociones sean expresados. Si es necesario recurrir a los profesionales que siguen estando disponibles a través de los distintos medios que brinda la tecnología.

Otro punto importante es no negar la situación, no intentar hacer de cuenta que no pasa nada. La vida cambió, el mundo no es el mismo y cuando vayamos de a poco a lo cotidiano no nos encontraremos con lo ya conocido porque habrá otros parámetros para moverse y relacionarse. Hay que poder ir hablando sobre esto sin dramatizarlo, pero dándole un espacio, un tiempo y la seriedad que merece.

Generar momentos de dialogo con los hijos/as sobre lo que sucede mediante preguntas: qué comprendieron, qué piensan, sienten y hacen al respecto. Compartir historias, relatos, gustos, sueños, organizar rutinas de estudio y/o trabajo, disponer de tiempo de ocio y aburrimiento; jugar, hacer alguna actividad física, artística, colaborar en las tareas del hogar, etc., siempre en la medida de lo posible y de los intereses. La organización en los niños genera estabilidad emocional.

Para finalizar y a modo de síntesis: pensar en mantener la calma. La tecnología en la actualidad nos permite seguir comunicados a pesar del distanciamiento social y obligatorio. También desde lo corporal se puede abordar el tema de las emociones a través del juego que los ayudarán a sentirse mejor. Practicar la empatía, y buscar la manera de que esta crisis les afecte lo menos posible y recordarles que todo pasará, y volveremos a jugar y compartir con las personas que amamos. 


Alumna: Virginia Bringaz

Carrera de Psicopedagogía

Materia: Abordaje de Problemáticas Institucionales en el Ámbito Escolar

Ágora Calasanz